8 de abril de 2013

Limosna de ternura




Ando tras de ti, suplicando auxilio:
Lánzame dos monedas de ternura
con que comprar un trozo de cordura
o quizá alquilar mi alma a domicilio.

Prometo que escaparé hacia el exilio;
con mi corazón haré una armadura
que no sirva otra vez de ensilladura,
o cualquier prototipo de utensilio.

Pero antes de marchar quiero decirte
que un par de monedas no es suficiente
para tener algo con que escribirte.

Despedazar un lápiz maldiciente,
un par de palabras con las que herirte
que, aunque yo calle, mi espíritu cuente.